Doctrina y Convenios 137

1 Los cielos nos fueron abiertos, y vi el reino celestial de Dios y su gloria, mas si fue en el cuerpo o fuera del cuerpo, no puedo decirlo.

2 Vi la incomparable belleza de la puerta por la cual entrarán los herederos de ese reino, la cual era semejante a llamas circundantes de fuego;

3 también vi el refulgente trono de Dios, sobre el cual se hallaban sentados el Padre y el Hijo.

4 Vi las hermosas calles de ese reino, las cuales parecían estar pavimentadas de oro.

5 Vi a Adán, nuestro padre, y a Abraham, y a mi padre, y a mi madre, y a mi hermano Alvin, que murió hace mucho tiempo;

6 y me maravillé de que hubiese recibido una herencia en ese reino, en vista de que había salido de esta vida antes que el Señor hubiera extendido su mano para juntar a Israel por segunda vez, y no había sido bautizado para la remisión de los pecados.

7 Por lo que, me habló la voz del Señor, diciendo: Todos los que han muerto sin el conocimiento de este evangelio, quienes lo habrían recibido si se les hubiese permitido permanecer, serán herederos del reino celestial de Dios;

8 también todos aquellos que de aquí en adelante mueran sin un conocimiento de él, quienes lo habrían recibido de todo corazón, serán herederos de este reino;

9 pues yo, el Señor, juzgaré a todos los hombres según sus obras, según el deseo de sus corazones.

10 Y también vi que todos los niños que mueren antes de llegar a la edad de responsabilidad se salvan en el reino celestial de los cielos.