Doctrina y Convenios 108

1 De cierto, así te dice el Señor, mi siervo Lyman: Te son perdonados tus pecados, porque has obedecido mi voz al venir aquí esta mañana para recibir consejo del que yo he nombrado.

2 Repose, por tanto, tu alma en cuanto a tu condición espiritual, y no resistas más mi voz.

3 Levántate y ten más cuidado desde ahora en adelante, de observar los votos que has hecho y que haces, y serás bendecido con bendiciones sumamente grandes.

4 Espera con paciencia hasta que se convoque la asamblea solemne de mis siervos; entonces serás recordado con los primeros de mis élderes y recibirás el derecho, por medio de la ordenación, con el resto de mis élderes que he escogido.

5 He aquí, esta es la promesa del Padre para ti, si continúas fiel;

6 y te será cumplida el día en que tengas el derecho de predicar mi evangelio, dondequiera que te mande, desde entonces en adelante.

7 Por tanto, fortalece a tus hermanos en todas tus conversaciones, en todas tus oraciones, en todas tus exhortaciones y en todos tus hechos.

8 Y he aquí, estoy contigo para bendecirte y librarte para siempre. Amén.