Doctrina y Convenios 1

1 Escuchad, oh pueblo de mi iglesia, dice la voz de aquel que mora en las alturas, y cuyos ojos están sobre todos los hombres; sí, de cierto digo: Escuchad, pueblos lejanos; y vosotros los que estáis sobre las islas del mar, oíd juntamente.

2 Porque, en verdad, la voz del Señor se dirige a todo hombre, y no hay quien escape; ni habrá ojo que no vea, ni oído que no oiga, ni corazón que no sea penetrado.

3 Y los rebeldes serán traspasados de mucho pesar; porque se pregonarán sus iniquidades desde los techos de las casas, y sus hechos secretos serán revelados.

4 Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por boca de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días.

5 E irán y no habrá quien los detenga, porque yo, el Señor, los he mandado.

6 He aquí, esta es mi autoridad y la autoridad de mis siervos, así como mi prefacio para el libro de mis mandamientos que les he dado para que os sea publicado, oh habitantes de la tierra.

7 Por tanto, temed y temblad, oh pueblo, porque se cumplirá lo que yo, el Señor, he decretado en ellos.

8 Y de cierto os digo, que a los que salgan para llevar estas nuevas a los habitantes de la tierra, les es dado poder para sellar, tanto en la tierra como en el cielo, al incrédulo y al rebelde;

9 sí, en verdad, sellarlos para el día en que la ira de Dios sea derramada sin medida sobre los malvados;

10 para el día en que el Señor venga a recompensar a cada hombre según sus obras, y medir a cada cual con la medida con que haya medido a su prójimo.

11 Por tanto, la voz del Señor habla hasta los extremos de la tierra, para que oigan todos los que quieran oír:

12 Preparaos, preparaos para lo que ha de venir, porque el Señor está cerca;

13 y la ira del Señor está encendida, y su espada es limpiada en el cielo y caerá sobre los habitantes de la tierra.

14 Y será revelado el brazo del Señor; y vendrá el día en que aquellos que no oyeren la voz del Señor, ni la voz de sus siervos, ni prestaren atención a las palabras de los profetas y apóstoles, serán desarraigados de entre el pueblo;

15 porque se han desviado de mis ordenanzas y han violado mi convenio sempiterno.

16 No buscan al Señor para establecer su justicia, antes todo hombre anda por su propio camino, y en pos de la imagen de su propio dios, cuya imagen es a semejanza del mundo y cuya substancia es la de un ídolo que se envejece y perecerá en Babilonia, sí, Babilonia la grande que caerá.

17 Por tanto, yo, el Señor, sabiendo las calamidades que sobrevendrían a los habitantes de la tierra, llamé a mi siervo José Smith, hijo, y le hablé desde los cielos y le di mandamientos;

18 y también a otros di mandamientos de proclamar estas cosas al mundo; y todo esto para que se cumpliese lo que escribieron los profetas:

19 Lo débil del mundo vendrá y abatirá lo fuerte y poderoso, para que el hombre no aconseje a su prójimo, ni ponga su confianza en el brazo de la carne;

20 sino que todo hombre hable en el nombre de Dios el Señor, el Salvador del mundo;

21 para que también la fe aumente en la tierra;

22 para que se establezca mi convenio sempiterno;

23 para que la plenitud de mi evangelio sea proclamada por los débiles y sencillos hasta los cabos de la tierra, y ante reyes y gobernantes.

24 He aquí, soy Dios, y lo he declarado; estos mandamientos son míos, y se dieron a mis siervos en su debilidad, según su manera de hablar, para que alcanzasen entendimiento;

25 y para que cuando errasen, fuese manifestado;

26 y para que cuando buscasen sabiduría, fuesen instruidos;

27 y para que cuando pecasen, fueran disciplinados para que se arrepintieran;

28 y para que cuando fuesen humildes, fuesen fortalecidos y bendecidos desde lo alto, y recibieran conocimiento de cuando en cuando.

29 Y para que mi siervo José Smith, hijo, después de haber recibido los anales de los nefitas, tuviera el poder para traducir el Libro de Mormón mediante la misericordia y el poder de Dios.

30 Y también, para que aquellos a quienes se dieron estos mandamientos tuviesen el poder para establecer los cimientos de esta iglesia y de hacerla salir de la obscuridad y de las tinieblas, la única iglesia verdadera y viviente sobre la faz de toda la tierra, con la cual yo, el Señor, estoy bien complacido, hablando a la iglesia colectiva y no individualmente,

31 porque yo, el Señor, no puedo considerar el pecado con el más mínimo grado de tolerancia.

32 No obstante, el que se arrepienta y cumpla los mandamientos del Señor será perdonado;

33 y al que no se arrepienta, le será quitada aun la luz que haya recibido; porque mi Espíritu no luchará siempre con el hombre, dice el Señor de los Ejércitos.

34 Y de nuevo, de cierto os digo, oh habitantes de la tierra: Yo, el Señor, estoy dispuesto a hacer saber estas cosas a toda carne;

35 porque no hago acepción de personas, y quiero que todo hombre sepa que el día viene con rapidez; la hora no es aún, mas está próxima, cuando la paz será quitada de la tierra, y el diablo tendrá poder sobre su propio dominio.

36 Y también el Señor tendrá poder sobre sus santos, y reinará en medio de ellos, y bajará en juicio sobre Idumea, o sea, el mundo.

37 Escudriñad estos mandamientos porque son verdaderos y fidedignos, y las profecías y promesas que contienen se cumplirán todas.

38 Lo que yo, el Señor, he dicho, yo lo he dicho, y no me disculpo; y aunque pasaren los cielos y la tierra, mi palabra no pasará, sino que toda será cumplida, sea por mi propia voz o por la voz de mis siervos, es lo mismo.

39 Porque he aquí, el Señor es Dios, y el Espíritu da testimonio, y el testimonio es verdadero, y la verdad permanece para siempre jamás. Amén.